Los catálogos de las tiendas de aplicaciones móviles de iOS, Android e incluso de Windows Phone han dejado de ser noticia por la cantidad de aplicaciones que tienen en su catálogo: las cifras son tan altas que han perdido ya buena parte de su significado. Ese crecimiento tiene un efecto colateral: al existir más alternativas y más lanzamientos, los usuarios tienden a instalar muchas más aplicaciones por el mero hecho de probarlas.
A partir de ahí suele suceder siempre lo mismo: salvo en contadas excepciones, muchas de esas nuevas aplicaciones que probamos quedan relegadas al olvido, ocupando espacio en memoria y en la interfaz del móvil pero sin ser realmente útiles. Tendemos a aprovechar las aplicaciones más frecuentes: Facebook, YouTube, Google Search, Gmail, algún cliente de Twitter, o Whatsapp, por poner algunos ejemplos.
Un reciente estudio de Nielsen confirma esos datos: aunque el número de aplicaciones instaladas en cada smartphone ha crecido, el tiempo que la gente invierte en utilizar aplicaciones en sus móviles y tablets no ha cambiado, y son esas aplicaciones “tradicionales” las que acaban ocupando nuestro tiempo frente al móvil.
Otro estudio de Onavo, una empresa que ayuda a usuarios de iOS en Estados Unidos a monitorizar su uso de datos en los móviles, estima que sólo 1.000 aplicaciones del catálogo actual de la App Store son utilizadas por más de 50.000 usuarios. En el caso de una aplicación convencional, afirma Guy Rosen, CEO de esta empresa, menos de la mitad de la gente que la descarga la usa más de una vez.
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