Cada vez que Edward Snowden – quien expuso el programa secreto de espionaje PRISM – se juntaba con sus abogados en Hong Kong para que le aconsejaran sus próximos pasos a seguir les pedía que guardaran sus celulares en el refrigerador de la casa donde se encontraran para así evitar que los espiaran.
Sin duda que esto puede resultar curioso para algunos. ¿Por qué un refrigerador? Ésto no obedecía a una excentricidad de Snowden, sino que a algo muy simple: Al ser de metal, el electrodoméstico es capaz de funcionar como una jaula de Faraday, lo que anula las señales de radio en su interior y, por lo tanto, el dispositivo no podría espiar a los asistentes a la reunión en caso de que estuviera hackeado.
La jaula de Faraday es un efecto electromagnético que consiste en que el espacio al interior de un contenedor hecho de materiales que conducen la electricidad (como el metal) tienen un campo electromagnético nulo, y que además anula los campos electromagnéticos exteriores.
Una prueba de esto es cuando uno se sube al ascensor de un edificio y nota que sus murallas metálicas inmediatamente cortan la señal de un teléfono celular. Sin embargo, la prueba más simpática la puedes realizar con tu horno microondas: Pon dentro tu celular y llámalo. Éste no debería sonar pues el horno microondas también es una jaula de Faraday (y si suena, preocúpate y revisa si aún eres fértil).
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