En Applesencia nos hemos apuntado a los especiales. Primero fue Un día cualquiera con mi iPhone, para pasar a Un día cualquiera con mi iPad, y llegar a una nueva entrega en la que tratamos nuestros día a día con nuestros Mac. En un alarde de originalidad hemos llamado a estos especiales Un día cualquiera con mi Mac, y en defensa de esta serie de artículos, he de confesar que me sorprende cuantos usos distintos damos cada uno a una herramienta similar.
Herramienta de trabajo
El día comienza muy temprano. Con la salida de los primeros rayos del sol y el despertador sonando de forma implacable, tras haber visto las noticias en el iPad o el Samsung Galaxy Note II, me encamino hacia la mesa. Soy un clásico y a la hora de trabajar y redactar cualquier tipo de documento prefiero un teclado y un ordenador tradicional. La versatilidad que ofrece no es comparable a la que presenta una tableta. En casa para trabajar suelo usar un iMac de 27 pulgadas que adquirímos recientemente y con el que estoy muy satisfecho.
Tanto para publicar en Blogger como en WordPress, las posibilidades que otorga una pantalla de tal calibre son sencillamente espectaculares. Y no digamos cuando he de usar algún procesador de textos, hoja de calculo o uno de mis programas favoritos, el Adobe Photoshop, que manejo a diario. Ayudado por un Magic Mouse y un Magic Trackpad trabajar se convierte en una delicia el usar los distintos escritorios virtuales y las aplicaciones a pantalla completa.
Mientras gestiono las descargas y actualizo los programas que lo requieren, puedo trabajar sin ningún tipo de problema, debido sobre todo a los 8 GB de RAM y el procesador Core i7 a 3.2 GhZ que usa. Al ser un iMac de última generación no dispone de unidad óptica, teniendo que usar en algunos casos la unidad externa que compre. Es una combo ASUS que permite salir de cualquier apuro y que conectada por USB da un rendimiento más que suficiente.
El contenido que voy generando, ya sean imágenes, vídeos o demás archivos los transfiero vía cable de red o Wi-Fi a algunas de las Time Capsule que tengo habilitadas a tal efecto para no saturar con archivos innecesarios el almacenamiento en la máquina.
Viajando a todas partes
Eso es en casa, pero muchos días si no tengo clases que dar y tras volver de correr, me acerco a la mediateca a terminar asuntos pendientes y adelantar trabajo para el día siguiente. Para esas ocasiones recurro a mi querido MacBook Pro modelo de 2010. Aunque ya tiene sus años, el hecho de mantener todavía un increíble sistema como es Mac OS X Snow Leopard y el incrementarle la RAM hasta los 8 GB, lo convierten en una máquina que rinde aún mejor que el iMac, penalizado por usar Mac OS X Mountain Lion.
Las labores que suelo llevar a cabo con el MacBook Pro suelen ser continuación de las iniciadas antes. Terminar artículos pendientes así como algunos montajes de audio y vídeo. Mientras y de fondo en los auriculares, Spotify y Cole Porter me ayudan a entrar en faena y no despegar las manos del teclado hasta que he cubierto mis objetivos.
Si termino y tengo tiempo, dedico todos los días unos minutos a intentar aumentar mis conocimientos de Adobe LightRoom y perfeccionar el uso de Dreamweaver.
Entre las aplicaciones que uso indistintamente en uno y en otro, tengo una serie de fijas que todos los días uso. Sparrow para gestionar todas mis cuentas de correo, Reeder para estar informado de todos los feeds a los que estoy suscrito o Carousel para tener en el ordenador todas las fotos de Instagram sin necesidad de recurrir al móvil o al iPad.
Los años no obstante, no han pasado en balde para mi querido MacBook Pro y sufre alguna minúscula gotera que no le impide rendir como el mejor. De hecho fue mi acompañante en mi viaje a Barcelona para cubrir el MWC de este año 2013.
Destinado también para el ocio
Y porque no todo es trabajo o estar ocupado, en los ratos de ocio también suelo hacer uso de alguno de los ordenadores si no tengo la televisión cerca. Como buen miembro del club Zero.TV y buen seriéfilo, nada mejor que un buen capítulo de alguna de las series que sigo, usando para ello tanto VLC como MPlayerX, en cuyo caso y como por tamaño cabría de esperar, es ideal el iMac. Aunque el sonido podría ser memorable, la experiencia no deja de ser impresionante.
En las ocasiones que me apetece más comodidad, prefiero la combinación sofá, MacBook Pro y mis Auriculares Beats para tener mi pequeña sesión de cine en casa. Menos pantalla pero más relax en ese caso. A la hora de dormir, el mayor de los dos Mac, es el encargado de terminar de gestionar cualquier labor pendiente con Uploaded o Netload apagándose al cabo del rato. El hecho de poder entrar en reposo programado y la gestión tan buena que hacen del consumo posibilitan que sobre no sea necesario apagar el Mac salvo cuando el tiempo de “no uso” va a ser más prolongado.
Dos compras, junto a mi querido Mac Mini del que me he desprendido hace unos días, que considero de las mejores inversiones realizadas. Caras, no se puede negar, pero el rendimiento obtenido después, la durabilidad, calidad y posibilidades bien han merecido desembolsar esas cantidades.
Un día cualquiera con mi Mac | Jose Antonio Carmona fue publicado originalmente en Applesencia.
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