miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿Qué hay de cierto en que las ondas de móviles y microondas afectan la salud?






Existe una creencia popular que afirma que
los móviles serían responsables de un aumento del riesgo de tumores
cerebrales. ¿Qué dice la ciencia sobre ello?



Una de las grandes preocupaciones sobre tecnología se
basa en responder si las ondas de móviles y microondas afectan la
salud. ¿Es un mito o, por contra, existen estudios científicos que
alerten sobre un hipotético problema sanitario? Para responder esta
pregunta, hoy en Think Big repasamos qué sabe la investigación sobre las
ondas electromagnéticas y su impacto en nuestro organismo.





Para saber si las ondas de móviles y microondas afectan la salud, debemos saber primero a qué nos enfrentamos. Y para ello, nada mejor que consultar una publicación realizada por la Universidad Politécnica de Madrid, de referencia en esta temática. La radiación electromagnética,
en palabras de Gloria Ruiz (del Servicio de Medicina Nuclear del
Hospital Clínico San Carlos) y de José Luis Carreras (de la Universidad
Complutense de Madrid): 



comprende las radiaciones no ionizantes
(tostadoras, microondas, teléfonos móviles, cámaras, etc.) y las
radiaciones ionizantes (rayos X y rayos gamma)
“.



Esta
radiación electromagnética, también conocida como REM, se transmite en
el espacio a la velocidad de la luz (es decir, a unos 300.000 kilómetros
por segundo). Saber cómo interacciona con la materia implica también
conocer cuáles serían sus efectos sobre nuestro organismo. En otras
palabras, podríamos entender si estas ondas de móviles y microondas
afectan la salud o no.










Por una parte, la radiación ionizante (como los rayos X)
sí interacciona con la materia, de forma que desde hace años conocemos
los potenciales efectos sobre la salud que se dan (como por ejemplo en
el caso del desarrollo de tumores). Sin embargo, tal y como se ve en la
imagen superior, las ondas de móviles y de microondas no forman parte de
la radiación ionizante.





A pesar de ello, hay un tipo de radiación
no ionizante, correspondiente a la radiofrecuencia, que sí afecta a la
materia, debido a que al ser absorbida, las moléculas vibran, de modo
que ese “movimiento” a nivel molecular genera calor. Los estudios
realizados a finales de los noventa determinaron que el uso de teléfonos móviles estaba asociado con incrementos de temperatura menores de un grado.





Sin
embargo, aun había quien sospechaba que el uso de los dispositivos
móviles, de manera continuada y localizada, sí que podría provocar daños
en nuestro organismo. De ahí que siempre se mantenga la duda sobre si
las ondas de móviles y microondas afectan la salud.


Teléfono móvil y microondas: ¿Son cancerígenos?



La preocupación social existente sobre el uso de teléfonos móviles llevó  a la propia Organización Mundial de la Salud a publicar un pequeño informe sobre las posibles consecuencias que podrían tener los campos electromagnéticos sobre la salud pública.





En
2011, se consideraba que existían en el mundo 4600 millones de
contratos de telefonía móvil, y hay quien sugiere que el uso a largo
plazo de estos dispositivos, o de otros aparatos utilizados en el hogar
(como los microondas), nos pasarán factura dentro de unos años. Por
ello, desde la OMS se lleva recopilando desde 1996 toda la información
científica disponible sobre este tema.





Y lo que sabemos a día de hoy es que los teléfonos móviles son transmisores de radiofrecuencia de baja potencia
(entre 450 y 2700 MHz), con un pico de potencia que oscila entre los
0,1 y los 2 vatios. No solo eso, sino que cuanto más lejos estemos de
nuestro móvil, menos radiofrecuencia nos estará afectando (por ejemplo,
en el caso de usar el “manos libres”).










Hoy en día sabemos que, a corto plazo, los teléfonos
móviles no tienen ningún efecto importante sobre nuestra salud. A esto
nos referíamos cuando hablábamos que su uso no producía un incremento
mayor de un grado de temperatura sobre nuestros tejidos.





¿Pero qué
ocurre a largo plazo? La utilización de manera continuada (y
especialmente, de manera localizada sobre nuestra cabeza), ¿provocaría
algún daño? ¿Son responsables los teléfonos móviles de algún hipotético
aumento de tumores cerebrales, por ejemplo?





Para
dar respuesta a esta pregunta, tenemos que recurrir a los estudios
epidemiológicos existentes sobre si las ondas de móviles y microondas
afectan la salud. Y quizás el trabajo de investigación más famoso es el
realizado por el grupo INTERPHONE, que tras 15 años de estudio, determinó que el uso de teléfonos móviles no aumentaba el riesgo de sufrir tumores cerebrales.





A
pesar de estos datos tranquilizadores, que complementaban los
publicados en 2009 por la Comisión Internacional de Protección contra
las Radiaciones No Ionizantes en este informe, la radiación del teléfono móvil fue incluida en el grupo de carcinogenicidad 2B,
el mismo nivel de riesgo en el que se encuentra el café. Sin embargo,
esta relación fue duramente criticada por algunos científicos, como los
que concluyeron en este trabajo que tampoco existía ninguna relación entre móviles y cáncer cerebral en niños.





Las
inquietudes sociales sobre cómo nos pueden afectar las radiaciones
emitidas por estos dispositivos siguen estando presentes. A pesar de
estas dudas, cada vez son más los estudios que niegan una relación entre una posible carcinogenicidad y utilización de teléfonos móviles. Como ejemplo, nos pueden servir los artículos publicados en la revista BMJ en 2012 o en la publicación Environmental Health Perspectives en 2011.





La
propia FDA (la agencia reguladora de los medicamentos y alimentación en
Estados Unidos) ha descartado la hipótesis de que los teléfonos móviles
puedan provocar problemas en nuestro organismo:



The
majority of studies published have failed to show an association
between exposure to radiofrequency from a cell phone and health
problems.



Hasta ahora la evidencia científica
disponible niega que las ondas de móviles u otros dispositivos y
sistemas de frecuencia similar (como los microondas) causen problemas.
No podemos descartar que en un futuro aparezcan nuevos estudios que sí
confirmen una relación más a largo plazo entre una posible
carcinogenicidad y este tipo de radiación, pero por ahora, todos los
trabajos científicos niegan esta posibilidad.





Fuente: blogthinkbig


Imágenes | Marjan Lazarevski (Flickr), Wikipedia, Simon King (Flickr)

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